Jorge Medina Viedas
La desesperación política en el PAN y en el gobierno es evidente. Su caída es inminente. El error —que ya se puede calificar de histórico— de las alianzas como una estrategia para encarar las elecciones en los dominios locales del priismo en 2010 va a concluir este 4 de julio con un fracaso rotundo y tendrá un costo político muy alto.
Tal vez haya algunas sorpresas, tal vez el electorado donde sí debe hacerlo tome conciencia de la necesidad del cambio en algunos estados —por la salud de la democracia debería haberlas, en el caso de Sinaloa, por ejemplo—, pero no serían más de dos, lo cual no le quitará el sello a una derrota panista que formará parte de la trama de la historia de cómo y por qué el PRI va a regresar a Los Pinos.
En el PAN rechazaban y condenaban los métodos priistas de preservar el poder, se rasgaban las vestiduras elevando al cielo sus plegarias para que viniera del cielo la moral a posarse sobre nuestra pecadora sociedad cómplice de un PRI corrupto, pero hoy son capaces de gastar en cuatro meses mil 600 millones de pesos para construir en Guanajuato un destino turístico por un “capricho religioso” para la Expo Centenario de Silao, que anunciaron atraería en 2010 a 12 millones de personas, cuando para destinos como la Disney de Orlando, con toda la infraestructura de primer mundo que la respalda, recibe a 11 millones al año, de acuerdo con lo que argumenta el director del periódico a.m., Enrique Gómez Orozco (Reforma, 24 de junio, 2010).
Esta obra suntuaria y absurda, en un estado del que no se puede decir que está en bonanza y donde las obras municipales de infraestructura están detenidas, auspiciada obsesiva, tercamente por el gobernador Juan Manuel Oliva, se construye sin concurso; el desplante del gobernador le permite a sus amigos llenarse los bolsillos de dinero, un desplante que no es sólo consecuencia de su ineptitud, como bien escribe Gómez Orozco, sino de la prepotencia que cobra fuerza en personas ignorantes y fanáticas.
No es, pues, una ignorancia y un fanatismo inocuo el que está detrás de la actitud del gobernador Oliva. Dinero de por medio hay, de entrada. Peor aún es que haya en toda esta gama de conductas panistas una ausencia de ética de la responsabilidad pública; y para mejor comprender esa desesperación de la que hablamos, ahora la despliega sin vergüenza alguna el dirigente panista, un opusdeista egresado de la privada Universidad Panamericana, José César Nava Vázquez, a quien bien podrían estarle esperando varias averiguaciones previas por su labor como director jurídico Pemex, donde aceptó que se firmaran contratos desfavorables a la empresa y contrató los servicios de despachos de abogados, sin importarle que se duplicaran funciones, con un costo para la empresa nacional de 249 millones 318 mil 919 pesos, sin licitación alguna.
Es el mismo César Nava confeso de haber obtenido ilegalmente las ilegales grabaciones de los gobernadores priistas y que tanto han defendido de forma vergonzante algunos analistas, contagiados por esa desesperación que ha llevado al PAN a echar toda la carnaza posible al electorado, a fin de que caiga en el garlito de una perversión política por otra.
Como muchos otros partidos de oposición en el mundo que desbancaron a los regímenes autoritarios, los panistas y periodistas de rostro antipriista, ya en el poder o sirviendo o no a quienes lo detentan, tomaron el rostro de su contrario. Con sus comportamientos, con su beligerancia y su intolerancia a flor de piel, viendo ya cercano el regreso del PRI, los temores se acrecientan y no interesan los medios sino los fines para tratar de impedirlo, como lo hace Nava; ni perder la serenidad del analista serio que es, por decir alguien a quien se reconoce, Alfonso Zárate, quien demeritando su condición de consultor político, moteja grosera, suciamente, a los gobernadores priistas en su artículo del jueves pasado en El Universal.
No es comparable tal actitud, por supuesto, con la del dirigente panista César Nava, cuyo cinismo antidemocrático pone en riesgo la gobernabilidad y la estabilidad política del país, al dejar la huella de su fechoría en las oficinas de Los Pinos, sitio donde habría recogido las grabaciones y las órdenes para difundirlas de la autora del espionaje, la jefa de la Oficina de la Presidencia, Patricia Flores, quien, a su vez, como en el Watergate de Nixon, llevaría al propio presidente Felipe Calderón, jefe de todos ellos.
Pero esta es una narrativa menor. Subyace el río que lleva a un final sin grandes hazañas. Una derrota construida por el PAN paso a paso.
Una tragicomedia inclusive, donde los perredistas como Guadalupe Acosta Naranjo se tienen que contonear elásticamente para reubicarse políticamente al momento y la circunstancia que la realidad política le exigen a él y a su partido, el cual sostiene un adulterio permanente con el partido contrario, durmiendo con él, olvidando su ideología, ahora postrada en la escasez y la miseria absoluta.
Al borde de la desesperación y caídos en desgracia, veremos a estos adúlteros, la larga y triste noche del 4 de julio.
Jorge Medina es columnistas en Milenio Diario
Tal vez haya algunas sorpresas, tal vez el electorado donde sí debe hacerlo tome conciencia de la necesidad del cambio en algunos estados —por la salud de la democracia debería haberlas, en el caso de Sinaloa, por ejemplo—, pero no serían más de dos, lo cual no le quitará el sello a una derrota panista que formará parte de la trama de la historia de cómo y por qué el PRI va a regresar a Los Pinos.
En el PAN rechazaban y condenaban los métodos priistas de preservar el poder, se rasgaban las vestiduras elevando al cielo sus plegarias para que viniera del cielo la moral a posarse sobre nuestra pecadora sociedad cómplice de un PRI corrupto, pero hoy son capaces de gastar en cuatro meses mil 600 millones de pesos para construir en Guanajuato un destino turístico por un “capricho religioso” para la Expo Centenario de Silao, que anunciaron atraería en 2010 a 12 millones de personas, cuando para destinos como la Disney de Orlando, con toda la infraestructura de primer mundo que la respalda, recibe a 11 millones al año, de acuerdo con lo que argumenta el director del periódico a.m., Enrique Gómez Orozco (Reforma, 24 de junio, 2010).
Esta obra suntuaria y absurda, en un estado del que no se puede decir que está en bonanza y donde las obras municipales de infraestructura están detenidas, auspiciada obsesiva, tercamente por el gobernador Juan Manuel Oliva, se construye sin concurso; el desplante del gobernador le permite a sus amigos llenarse los bolsillos de dinero, un desplante que no es sólo consecuencia de su ineptitud, como bien escribe Gómez Orozco, sino de la prepotencia que cobra fuerza en personas ignorantes y fanáticas.
No es, pues, una ignorancia y un fanatismo inocuo el que está detrás de la actitud del gobernador Oliva. Dinero de por medio hay, de entrada. Peor aún es que haya en toda esta gama de conductas panistas una ausencia de ética de la responsabilidad pública; y para mejor comprender esa desesperación de la que hablamos, ahora la despliega sin vergüenza alguna el dirigente panista, un opusdeista egresado de la privada Universidad Panamericana, José César Nava Vázquez, a quien bien podrían estarle esperando varias averiguaciones previas por su labor como director jurídico Pemex, donde aceptó que se firmaran contratos desfavorables a la empresa y contrató los servicios de despachos de abogados, sin importarle que se duplicaran funciones, con un costo para la empresa nacional de 249 millones 318 mil 919 pesos, sin licitación alguna.
Es el mismo César Nava confeso de haber obtenido ilegalmente las ilegales grabaciones de los gobernadores priistas y que tanto han defendido de forma vergonzante algunos analistas, contagiados por esa desesperación que ha llevado al PAN a echar toda la carnaza posible al electorado, a fin de que caiga en el garlito de una perversión política por otra.
Como muchos otros partidos de oposición en el mundo que desbancaron a los regímenes autoritarios, los panistas y periodistas de rostro antipriista, ya en el poder o sirviendo o no a quienes lo detentan, tomaron el rostro de su contrario. Con sus comportamientos, con su beligerancia y su intolerancia a flor de piel, viendo ya cercano el regreso del PRI, los temores se acrecientan y no interesan los medios sino los fines para tratar de impedirlo, como lo hace Nava; ni perder la serenidad del analista serio que es, por decir alguien a quien se reconoce, Alfonso Zárate, quien demeritando su condición de consultor político, moteja grosera, suciamente, a los gobernadores priistas en su artículo del jueves pasado en El Universal.
No es comparable tal actitud, por supuesto, con la del dirigente panista César Nava, cuyo cinismo antidemocrático pone en riesgo la gobernabilidad y la estabilidad política del país, al dejar la huella de su fechoría en las oficinas de Los Pinos, sitio donde habría recogido las grabaciones y las órdenes para difundirlas de la autora del espionaje, la jefa de la Oficina de la Presidencia, Patricia Flores, quien, a su vez, como en el Watergate de Nixon, llevaría al propio presidente Felipe Calderón, jefe de todos ellos.
Pero esta es una narrativa menor. Subyace el río que lleva a un final sin grandes hazañas. Una derrota construida por el PAN paso a paso.
Una tragicomedia inclusive, donde los perredistas como Guadalupe Acosta Naranjo se tienen que contonear elásticamente para reubicarse políticamente al momento y la circunstancia que la realidad política le exigen a él y a su partido, el cual sostiene un adulterio permanente con el partido contrario, durmiendo con él, olvidando su ideología, ahora postrada en la escasez y la miseria absoluta.
Al borde de la desesperación y caídos en desgracia, veremos a estos adúlteros, la larga y triste noche del 4 de julio.
Jorge Medina es columnistas en Milenio Diario
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